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El siguiente fragmento está extraído de un libro que se llama WiMAX: Taking Wireless to the MAX, traducido por mi:

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Si la totalidad de la historia de la civilización humana fuera comprimida en un sólo día, entonces las telecomunicaciones modernas (el telégrafo en 1837 y todo lo que siguió) representarían solamente los últimos 30 segundos. Así de reciente ha sido este desarrollo. Pero dentro de este marco temporal, muchísimo ha ocurrido. En ese medio minuto hemos conseguido mucho más de lo que conseguimos durante el resto del día, y el progreso continúa acelerándose.

El boom tecnológico que experimentamos hoy en día habría sido indudablemente material de ciencia ficción al comienzo del siglo XX. El mundo entró a dicho siglo sin aviones, radios o televisiones, y entró al vigésimo primer siglo con energía nuclear, viajes espaciales, computadoras, teléfonos móviles e internet inalámbrico. En un periodo de 100 años, nacieron campos completamente nuevos de ciencia y tecnología, y la estructura fundamental política y económica del mundo ha cambiado no una, si no en varias ocasiones.
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Al pensar acerca de esto, siempre concluyo que para una persona que vivió a principios del siglo XV, la vida no cambiaba tanto al paso de los años y la transición a las siguientes generaciones. Sus hijos y nietos vivían en un mundo no tan distinto del que esta persona habitó.

La misma estabilidad aparente se mantuvo durante toda la historia de la humanidad, hasta el punto en el que la acumulación de conocimiento y desarrollo tecnológico se vuelve inconcebible e increíble al pasar las generaciones.

Esto me lleva a imaginar al conocimiento humano como una función exponencial:

Podemos definir "y" como la función de acumulación de conocimiento humano, y "x" como el tiempo. Podemos ver como en la antigüedad (valores hacia la izquierda en el eje de las abscisas), y tiene valores muy pequeños.

Y a veces me pregunto si la humanidad está cerca de una asíntota (en la gráfica de arriba, sería hacia x>=2), donde el menor paso del tiempo nos dispara a alturas insospechadas.

Pienso que tal vez me será imposible concebir el mundo y los cambios que ha sufrido cuando sea viejo. Que no seré capaz de adaptarme, porque mi entorno habrá cambiado más, y más rápido de lo que jamás lo ha hecho. Que si los viejos no entienden a mi generación ahora, mi situación será inimaginablemente peor con los jóvenes de mi vejez, y no tendremos en común más que la necesidad de comer y dormir (si acaso...).

Quizá esté exagerando, pero estoy convencido de que esto va a sucederle a alguna generación. Si no es a la mía, será a la que sigue, o a la que sigue de la que sigue.

El cambio es, por lo general, muy emocionante, pero ¿qué se sentira ver cambiar al mundo por completo?


Es lo que hay.
Virax